ministerio de la Palabra, tiene el efecto no intencionado de restar énfasis a la cena del Señor, a la lectura de las Escrituras y sobre todo a la oración. Por muy crucial que sea la enseñanza bíblica, que lo es, una iglesia con una buena predicación y poca oración no es una iglesia que Pablo y Silas hubieran reconocido. Pablo hablaba a menudo de los dones espirituales; en 1 Ts 5, habla con cierto detalle del uso de la profecía. No es necesario mencionar
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